Sunday, January 14, 2007

 

PAPA BENEDICTO XVI PASA REVISTA A SU PONTIFICADO

Durante el tradicional encuentro con la Curia Vaticana con ocasión de la Navidad, el Papa Benedicto XVI pasó revista a los grandes temas y momentos de su Pontificado.

En un extenso discurso pronunciado en la Sala Clementina, el Papa destacó que “el año que termina nos deja con la profunda huella de los horrores de la guerra cerca de Tierra Santa, así como el peligro de un enfrentamiento entre culturas y religiones, un peligro que amenaza todavía en este momento histórico. El problema de las vías para la paz se ha convertido en un desafío de primera importancia”.

Recordando sus viajes apostólicos, se refirió a su visita a Polonia en mayo, “era un deber de gratitud por todo lo que Juan Pablo II me ha dado personalmente y sobre todo a la Iglesia y al mundo durante el cuarto de siglo de su servicio. Sus dones más grandeza fueron su fe inquebrantable y la radicalidad de su entrega”. “No se ahorró nada, se dejó consumir hasta el final por la llama de la fe”.

Indicó que “el matrimonio y la familia fueron los temas del viaje a Valencia (España) en julio. Recordó los testimonios que escuchó de muchas familias que han atravesado momentos de crisis, pero que lograron superarla con gran esfuerzo, hasta volver a encontrar la felicidad. “Ante esas familias con sus hijos, ante estas familias en las que las generaciones se estrechan la mano y el futuro está presente, el problema de Europa, que aparentemente casi no quiere tener hijos, me ha penetrado en el alma”.

El Papa destacó que “el hombre de hoy se siente inseguro ante el futuro” y esto unido “a la voluntad de poseer toda la vida para sí es quizás la razón más profunda por la que el riesgo de tener hijos supone para muchos algo casi insostenible” y advirtió que “si no aprendemos nuevamente los fundamentos de la vida, si no descubrimos otra vez la certeza de la fe, será cada vez menos posible confiar a los demás el don de la vida y la tarea de un futuro desconocido”.

Por otra parte añadió, existe “el problema de las decisiones definitivas: ¿el hombre puede responder que sí para toda la vida? Sí. Ha sido creado para esto. Precisamente de esta manera se realiza la libertad del ser humano y así se crea también el ámbito sacro del matrimonio que se prolonga, llegando a ser familia y constituye futuro”.

Refiriéndose a su viaje a distintas ciudades en Alemania, puso de manifiesto que el viaje en septiembre a su patria “tenía como principal intención resaltar el tema de Dios, teniendo en cuenta que el gran problema de Occidente es el olvido de Dios”.

“Al tema de Dios están ligados dos temas que caracterizan mi visita a Baviera: el sacerdocio y el diálogo”, recordando que según el Antiguo Testamento, la tribu de Levi (los sacerdotes) no tenían tierras.

En relación al celibato expresa, “El fundamento verdadero del celibato se encierra en la frase “Dominus pars” “Tú eres mi tierra”, agregó el Papa. “No puede significar el permanecer privados de amor, sino el dejarse arrebatar por la pasión de Dios”. En este sentido el celibato “debe se un testimonio de fe”, agregó.

Abordando la cuestión del diálogo entre las religiones, el Papa dijo que “la razón secularizada no es capaz de entablar un diálogo verdadero con las religiones” y advirtió que “si se cierra frente a la cuestión de Dios se acabará llegando al enfrentamiento de culturas”. Al respecto, reafirmó que “las religiones deben encontrarse en la tarea común de ponerse al servicio de la verdad y por tanto del ser humano”.

Trató, asimismo la visita apostólica a Turquía, que “me ofreció la ocasión de manifestar también públicamente mi respeto por la religión islámica”. Observó que en el diálogo con el Islam es necesario tener en cuenta que “el mundo musulmán se encuentra hoy ante una tarea similar a la impuesta a los cristianos a partir del humanismo y que el Concilio Vaticano II, como fruto de una fatigosa búsqueda, tradujo en soluciones concretas para la Iglesia Católica”.

“El mundo islámico, con la propia tradición, se enfrenta con la gran tarea de encontrar las soluciones oportunas. El contenido del diálogo entre cristianos y musulmanes está sobre todo en este momento el de encontrarse en esta misión para dar con las soluciones justas”.

LLAMADO A LA PAZ

Dedicó los últimos párrafos de su discurso al tema de la paz. “Tenemos que aprender que la paz no puede alcanzarse solamente desde el exterior” y que “el intento de establecerla con la violencia, acarrea sólo nueva violencia”.

“Tenemos que aprender que la paz sólo puede existir si el odio y el egoísmo se superan desde dentro. En nuestra vida tenemos que llevar a cabo cuanto sucedió en el Bautismo sacramentalmente: la muerte del hombre viejo para que resurja el hombre nuevo”.

“¡Qué la razón de la paz venza a la sin razón de la violencia!”, concluyó.


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